La luz de Jesús nos debe acompañar en nuestro caminar cristiano para que podamos iluminar a los demás.
Si tenemos luz y no queremos ser ciegos, los problemas de los demás también nos deben afectar y comprometer en nuestra vida cristiana.

Compartimos el gozo de la resurrección de nuestro Señor, Jesucristo. Hermosa jornada de alabanza, cantos y reflexión de la palabra junto al padre Alfredo.

El lavamiento de pies era un ejemplo, un modelo. Muchos grupos a lo largo de la historia de la iglesia, han practicado literalmente el lavamiento de los pies como una ordenanza de la iglesia. Sin embargo, la cultura actual en muchas tierras, no exige el lavar el polvo de los pies de los huéspedes.

Cuando Jesús estaba lavando los pies de Sus discípulos, destacó la humildad interior, no un rito físico. La práctica de una viuda cristiana de «lavar los pies de los santos» (1 Timoteo 5:10), no habla de su participación en una ordenanza de la iglesia, sino de su servicio humilde y de servidumbre para con los demás creyentes. Si alguien se niega a seguir el ejemplo de Jesús, se exalta a sí mismo por encima de Él y vive en el orgullo. «El siervo no es mayor que su señor» (Juan 13:16).

En el V Domingo de Cuaresma, el Santo Padre explica cuál es la verdadera gloria: “no es una manifestación grandiosa de potencia a la que siguen los aplausos del público; la gloria verdadera, la que nunca se desvanece y hace feliz, está hecha de entrega y perdón”.

La gloria no corresponde a la fama, para Dios la gloria es amar hasta dar la vida

“La gloria, para Dios, no corresponde al éxito humano, a la fama o a la popularidad: no tiene nada de autorreferencial, no es una manifestación grandiosa de potencia a la que siguen los aplausos del público. Para Dios la gloria es amar hasta dar la vida”. Con estas claras palabras el Papa Francisco ha explicado ante los fieles presentes en la plaza vaticana el significado de “glorificarse”. Y es que no es nada más y nada menos que “entregarse”, “hacerse accesible” y “ofrecer amor”. Y precisamente esto sucedió de manera culminante en la Cruz – ha explicado el Papa – “donde Jesús desplegó al máximo el amor de Dios, revelando plenamente su rostro de misericordia, entregándonos la vida y perdonando a quienes lo crucificaron”.

La gloria verdadera está hecha de entrega y perdón

Francisco también explica que, desde la Cruz, “cátedra de Dios”, el Señor nos enseña que la gloria verdadera, la que nunca se desvanece y hace feliz, “está hecha de entrega y perdón”: “Entrega y perdón son la esencia de la gloria de Dios. Y son para nosotros el camino de la vida”.

De hecho, advierte que muchos de nosotros piensan que la gloria es “algo que hay que recibir más que dar” o “algo que hay que poseer en vez de ofrecer”. Esto no es gloria verdadera sino gloria mundana – dice el Papa – : “La gloria mundana pasa y no deja alegría en el corazón; ni siquiera lleva al bien de todos, sino a la división, a la discordia, a la envidia”.

Al final de su alocución, Francisco ha planteado una pregunta para que cada uno de nosotros la medite en silencio: “¿Cuál es la gloria que deseo para mí, para mi vida, la que sueño para mi futuro? ¿La de impresionar a los demás por mi maestría, por mis capacidades o por las cosas que poseo? ¿O la vía de la entrega y del perdón, la de Jesús Crucificado, la vía de quien no se cansa de amar, convencido de que eso da testimonio de Dios en el mundo y hace resplandecer la belleza de la vida?”.

«Cristo no vino a condenar, sino a salvar». Él abraza nuestra vida y no está interesado en «procesarnos y someternos a juicio «. Así habló el Papa Francisco en el Ángelus del cuarto domingo de Cuaresma comentando el Evangelio del día. También nosotros, por tanto, no debemos usar juzgar y condenar a los demás.

Jesús conoce nuestras debilidades y nuestros pecados, pero no utiliza este conocimiento «para señalarnos con el dedo, sino para abrazar nuestra vida, liberarnos de nuestros pecados y salvarnos». En sus palabras en el Ángelus de este IV Domingo de Cuaresma, el Papa Francisco invitó a los fieles a considerar que Jesús no vino al mundo para condenar, sino para salvar. El pasaje litúrgico del Evangelio narra el encuentro y la conversación del Maestro con Nicodemo, fariseo y uno de los jefes de los judíos. Es a él a quien Jesús explica su misión.

Todos nos equivocamos, continuó diciendo el Papa, y, si el Señor usara el conocimiento de nuestras debilidades para condenarnos, nadie podría salvarse. Pero Él no lo utiliza para señalarnos con el dedo, sino que abraza nuestras vidas para liberarnos de los pecados y salvarnos. No le interesa procesarnos y someternos a una sentencia.

Él quiere que ninguno entre nosotros se pierda. La mirada del Señor sobre nosotros no es un faro cegador que deslumbra y pone en dificultad, sino el suave resplandor de una lámpara amiga, que nos ayuda a ver en nosotros el bien y a darnos cuenta del mal, para convertirnos y sanarnos con el apoyo de su gracia.

No nos corresponde condenar 

Siguiendo el ejemplo de Jesús, «los cristianos estamos llamados a hacer lo mismo», afirmó el Papa, señalando lo fácil que nos resulta juzgar a los demás.  Y concluyó improvisando:

Pensemos en nosotros, que tantas veces condenamos a los demás; que tantas veces nos gusta cotillear, buscar chismes contra los demás. Pidamos al Señor que nos dé a todos esta mirada de misericordia, que miremos a los demás como Él nos mira a todos. Que María nos ayude a desear el bien de los demás.

«En Jesús y desde Él queremos tener una actitud  orante en el seno de nuestra comunidad   para proyectarnos desde ella a todos, cultivando la fraternidad.»

Celebración de misa apertura de ciclo 2024, secundario, oficiada por el padre Alfredo.

Grato momento compartido junto a la Promo 98, en la celebración de Misa recordando y bendiciendo a esta generación, quienes dejaron una placa recordatoria, y rememoraron momentos únicos entre alumnos y con algunos de los profes que los guiaron. Bendiciones querida Promo 98, felices Bodas de oro!

Hoy 23 de Octubre 2023 conmemoramos los 134 años de la llegada de los verbitas en Argentina.

Los dos primeros misioneros del Verbo Divino destinados a la Argentina, fueron los PP. Enrique Becher y Germán Löcken (los 2 alemanes) que llegaron el 23 de Octubre 1889 después de su salida de Steyl el 15 de Septiembre.
Su labor al servicio del evangelio fue determinante para la evangelización verbita en nuestra Patría y hoy sigue dando frutos con la gracia de Dios y el compromiso de cada uno de nosotros, quienes compartimos la vida y misión del Verbo divino.
Agradecemos al Señor por la misión Verbita en estás tierras. Le pedimos la fortaleza en los distintos servicios pastorales y la fidelidad al Espíritu evangelizador que sostuvo a la generación fundadora. Que Dios los bendiga.

Guiada por EOE, Tutores y coordinación pastoral (Hna Cecilia), se realizó una jornada recreativa de integración, entre todos los 4º años de secundario.