La Congregación del Verbo Divino (Societas Verbi Divini = SVD), fue fundada el 8 de septiembre de 1875 -fiesta de la Natividad de la Virgen María- en el pueblo de Steyl a orillas del río Mosa, (Holanda), por el sacerdote y profesor ARNOLDO JANSSEN.
La religiosidad de Arnoldo Janssen le brotaba desde lo más profundo, de ese corazón donde se asienta y realimenta todo lo humano. El clamor de las almas le hería los oídos, y por ello buscaba responder con lo único que le parecía necesario: el anuncio del Evangelio como propuesta liberadora.
En su homilía, dirigida a los primeros colaboradores e invitados a la ceremonia de inauguración, el “Fundador de Steyl” expresaba:
“Una fiesta especial y en algún sentido única, es la que nos congrega en número tan considerable en torno al altar del Señor. Se trata de una obra santa, consagrada a Dios… Este comienzo tan poco aparente, insignificante, no debe desanimarnos. Incluso el árbol inmenso es al comienzo una semillita. Esperemos que el Señor aporte el resto. Que Él haga con nosotros lo que le plazca. Si de nuestra casa algo resulta, se lo agradeceremos a la gracia divina; si nada resulta, nos golpearemos humildemente el pecho reconociendo: ¡No fuimos dignos de la gracia!”.
El objetivo de Janssen con su fundación era el de hacer participar a los católicos de habla alemana en la obra misionera de la Iglesia católica. El conflicto político-religioso impedía la fundación en suelo alemán. Fue así como surgió la primera casa misional en el vecino territorio holandés.
El 2 de marzo de 1879, Arnoldo Janssen entregaba la cruz misional a los dos primeros misioneros: José Freinademetz y Juan Bautista Anzer. Ambos fueron destinados a China.
La vida le alcanzó a Janssen para ver cómo los misioneros del Verbo Divino dilataban su radio de acción: Argentina, Togo, Brasil, Nueva Guinea, Chile, Estados Unidos, Japón.
El celo apostólico del Padre Janssen no era suficiente con haber fundado la rama masculina Para apoyar la obra misionera de sus misioneros, fundó el 8 de diciembre de 1889 una Congregación de Hermanas Misioneras, con el nombre de Congregación de las Siervas del Espíritu Santo (SSpS).
El trabajo sin el apoyo de la Oración, era para él un activismo superficial y por ende infecundo. Por ello, el 8 de diciembre de 1896, fundó también la Congregación de las Siervas del Espíritu Santo de la Adoración Perpetua (SSpSAP).
Hoy, podemos afirmar que el germen de la Congregación Misionera del Verbo Divino, se ha convertido en un árbol gigantesco, un inmenso cobijo a cuya sombra se amparan millones de personas y que ofrece a muchas más el desafío de construir un mundo más justo, humano y solidario, desde una perspectiva cristiana-liberadora.
Los Comienzos:
Todo comenzó en un viejo bar, a orillas del Mosa, en el pueblecito holandés de Steyl. Ese inmueble fue adquirido por Arnoldo Janssen, un sacerdote alemán oriundo de Goch, cerca de la frontera con Holanda. ¿Qué podía hacer un cura con un bar? Nada menos que fundar una casa de formación de misioneros para la evangelización.
Hacía tiempo que esta idea venía martillando la mente del P. Arnoldo. La propiciaba y difundía mediante una humilde y piadosa revista que él mismo había fundado: “El Mensajero del Corazón de Jesús”. Golpeó muchas puertas, sobre todo de la jerarquía eclesiástica, para que alguien encarara la obra.
Parabienes y bendiciones episcopales no le faltaron, pero nadie dio el paso decisivo, hasta que Janssen se convenció que él mismo debía llevar adelante la empresa. Como la situación político-religiosa de su país no le permitía fundar una casa misionera en Alemania, obvió la dificultad cruzando la frontera hacia Holanda, donde gracias a la desinteresada colaboración de modestos bienhechores, pudo adquirir el solar a que nos hemos referido. El 8 de septiembre de 1875 -fiesta de la Natividad de Nuestra Señora- se inauguró el nuevo seminario de misiones. La comunidad efectiva estaba integrada entonces, aparte del Fundador, por otro sacerdote, dos clérigos en órdenes menores y un aspirante a clérigo. A los 125 años, esta modesta fundación de Steyl, germen de la Congregación Misionera del Verbo Divino, se había convertido -como el grano de mostaza de la parábola- en un árbol frondoso a cuya sombra se cobijan millones de personas.
A los pocos meses de la fundación, la comunidad entró en crisis. Hubo serias desinteligencias entre Janssen y sus colaboradores. Esta situación fue causa de muchos sinsabores y padecimientos para el Fundador, hasta que, finalmente, dos de los colaboradores decidieron retirarse.
Pese a estas contrariedades, la obra fue creciendo. Indices de este crecimiento fueron: la instalación de una imprenta propia y la construcción de un nuevo edifico, adosado al que se había adquirido al comienzo. De esta manera, nació lo que sería luego la gigantesca imprenta de Steyl, apoyo logístico de la actividad misionera de los verbitas.
La nueva construcción, por otra parte, gracias a las generosas donaciones de numerosos bienhechores, comenzó en el otoño de 1876 y concluyó un año después.
La casa misionera de Steyl se hizo conocer también a través de la feliz iniciativa de realizar en ella -a partir de octubre de 1877- cursos de ejercicios espirituales para sacerdotes y laicos. Fue ésta una actividad muy cara al Fundador, y la comunidad religiosa se impuso sensible sacrificios -como ceder sus habitaciones y servir a los huéspedes- para que éstos fueran bien atendidos y los ejercicios rindieran los frutos apetecidos.
Al concretar la fundación de una casa para la formación de misioneros, Janssen no había pensado más que en la preparación de sacerdotes llamados a anunciar el Evangelio. Pronto, sin embargo, pensó en la posibilidad de admitir laicos que consagraran su vida a extender el Reino de Dios de otra manera. Así fue como incorporó a su obra al Hermano misionero, quien mediante las más variadas ocupaciones contribuye a la efectiva evangelización de los pueblos. En 1878, ingresaron los cuatro primeros postulantes.
En 1889, incorporó a su obra el elemento femenino dando existencia a lo que es hoy la Congregación de las Hermanas Misioneras Siervas del Espíritu Santo, y siete años más tarde desglosó de la misma a las Hermanas Siervas del Espíritu Santo de la Perpetua Adoración, religiosas contemplativas cuya finalidad es apoyar, mediante la oración, el trabajo misionero de las otras dos congregaciones.
El 2 de marzo de 1879, Arnoldo Janssen tuvo la satisfacción de entregar la cruz misional a los dos primeros misioneros de Steyl: Juan B. Anzer y José Freinademetz, quienes fueron destinados a China. El 20 de abril de ese mismo año, arribaron a Hong Kong.